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   —De pie. Quiero una respuesta a mi pregunta.— Todos se incorporan y Cesio traga saliva mientras se adelanta un poco.

   El soldado que aún mantenía clavada su espada en el hombro del chico decide llevar una mano a la oreja de éste, agarrándole con fuerza junto a unos cuantos mechones de cabello. —Tsh- — Quita su espada de su hombro causando el chico se queje ante el dolor. —¡Gsh!— El chico sujeta con ambas manos la muñeca del soldado intentando aliviar así el dolor.

   —Su majestad…— responde Cesio mientras la mirada fría de su rey captaba sus nervios. —Lamento le haya sido interrumpida su paz. El chico aquí presente acusado por el pueblo de Celtam por múltiples crímenes ha intentado escapar de su juicio, y por ello esta ruidosa persecución...—

   —Somel, tráeme al chico.— responde aquél rey algo irritado por lo que acababa de oir. —Y los demás soldados vuelvan a sus labores. ¡Ya!—


   Vaya velocidad a la que se van los espectadores. Era un Rey que se daba a respetar, y… cierto soldadito que andaba con Cesio aprovecha esa orden para escabullirse de los regaños que de seguro le esperaría si se quedaba.


   —(Maldito)— piensa Cesio mientras ve como su compañero es de los primeros en huir.


   Mientras, el soldado llamado Somel jala hacia el frente al chico para hacerle caminar, cosa que no ayuda al dolor de cabeza que sentía el chico.


   —Dsh- — Le era inevitable quejarse e imposible resistirse. Ya va caminando apretando un poco sus manos en la muñeca de Somel.

   El rey le mira fijamente, imponente ante la pequeñez de ese niño. —¿Cuáles son sus crímenes?— pregunta para luego dirigir su mirada a Cesio.

   —Robo, vandalismo, fuga, intento de fuga y agresiones, entre ellas, agresiones a soldados.— le es respondido de parte de Cesio.

   El chico responde por impulso —¡Fue por defensa- — siente como tuercen su oreja, a lo que atina por quejarse —¡Ahj!— aprieta más la muñeca de Somel mientras presionaba sus ojos.

   El rey le mira no muy complacido por su interrupción —Y aún así te atreves a interrumpir. Niño, yo tú permanezco callado hasta que yo te pida lo contrario. ¿Entendiste?—

   —Mírale mientras te habla.— añade Somel mientras clava sus garras en la oreja del chico.

   —Gsh- Pe-perdón Rey Artecus.— dice el niño mientras le mira notablemente adolorido.

   Ante aquella mirada, algo de compasión parece nacer en el corazón de aquél Rey. Sabía no era fiable confiar en un ladronzuelo, pero… ¿por qué no probar? —¿Cuál es tu nombre?—

 —...— Deseaba mentir. Odiaba su nombre y por ello era conocido entre sus amigos por otro. Pero aquella duda se hacía sentir en el aire, y a Somel no le agradaba. Tuerce aún más la oreja del chico, haciéndole quejar —¡Ah!— inclina su cabeza intentando aliviar el dolor mientras presiona sus ojos —¡Teófilo! ¡Teófilo!—

   —No me mientas niño. Mentirle a tu rey te costaría la vida.— Añade el Rey.

   —No- No lo hago, lo juro.— dice aun muy adolorido.

   Camina hacia el chico y acerca su mano a la cabeza de éste, cosa que espanta al niño. Ya le dolía demasiado su cabeza, ¿y el Rey iba directo a su herida? —(Nono-)— Presiona más sus ojos, pero para sorpresa del chico… aquél Rey mueve con delicadeza el cabello que tenía sobre la herida aún sangrante, y le revisa con la mirada.

   —… ¿Cuantos años tienes?— preguntó aquél Rey.

   Busca mirarle de reojo sin mover mucho su cabeza pues Somel le seguía sujetando sin piedad —Mj- doce...—

   —doce... Solo doce y mira en lo que estas metido Teófilo...— aparta su mano para luego mirar a Somel —Suéltale. Y si intenta escapar le matas.—

   —¡!— Ante aquella orden el soldado le suelta y el chico deja de sujetar su muñeca. Se mantenía quieto mientras mira mejor al rey. —…—

   —¿Y tus padres? ¿Ya saben fuiste arrestado? —

   —... Ellos… creo es probable ya sepan.—

   —En ese caso… te hubieras esperado, quizás te podían haber sacado.—

   —No lo creo.— responde el niño con una leve sonrisa algo decepcionada. —Tienen mejores cosas que hacer.—

   —¿Como qué?—

   —Bueno..., beber…, beber… Je.— amplia un poco más aquella sonrisa llena de decepción.

   Aquél rey no parecía mostrar ningún sentimiento en su rostro mientras le escuchaba —... Buscas te tenga lástima, ¿no?—

   —No- Nono— contesta intentando demostrar no era lo que intentaba —Odio me tengan lástima. Sé valerme por mí mismo.— dice con algo de orgullo pese a la situación y las condiciones en las que se encontraba.

   Aquél comentario causa una muy leve risa algo burlona de parte de Somel. —No, no lo sabes.— Responde el Rey —Ningún niño de tan solo 12 años que se dedique a robar lo sabe. ¿Huías de tu juicio, no? Bueno, sin percatarte has llegado directo a quién te lo dictará.—

   Cesio al oír esto sonríe. Deseaba le cortaran las dos manos por lo que le hizo.

   —Estarás en prisión por dos décadas.— añadió el Rey.

   —¿Qué? Pero- —

   —A no ser, tus padres biológicos paguen una cantidad de 50 denarios en un plazo de tres días.— vaya decepción siente el chico ante eso. 50 denarios. Era una suma muy baja para una fianza … pero sabía aún así sus padres no lo pagarían. Lo dejarían pudrirse en principio a gastar esa cantidad en él —o…— Aquello capta rápidamente la mirada del niño —me jures lealtad por el resto de tu vida.—

   —¡¿?!— Aquello sorprende a todos, y causa el soldado Cesio mencione algo indignado. —Pero su majestad, recuerde es un ladronzue- —

   Pero es interrumpido por su Rey quien dice. —Guarde silencio, a no ser deseé algo más que una suspensión por su negligencia.— Y vaya silencio el que guarda.

   —…— Ya hacia por muerta la opción de que sus padres pagarán la ridícula suma que había impuesto aquél Rey, así que… intenta contar a qué edad saldría de prisión. —… (¿Cuánto eran las décadas?)—

   Imagina se preguntaba eso. —Y por si no lo sabes, dos décadas es igual a 20 años.—

   —¡! (¡¿Veinte años?!)— vaya susto le da. —(Nonono. … Más… los 12 que tengo…)— Comienza a contar con sus deditos discretamente —(…… ¡¿32?! ¡¿Hasta los 32 en prisión?! ¡Nonono!) ¿Lealtad?...— pregunta dudoso intentando su Rey aclarara mejor lo que aquello conllevaría.

   —Así es.— responde el Rey sin dar ninguna otra explicación.

   Aquello… sigue dejando muy pensativo al chico. —(Seguro me tendrá como su esclavo de por vida… Pero… si voy a prisión… ¿Será eso peor, no?)—

   Al notarlo el Rey sonríe —... Se nota eres desconfiado. A ver, te explicaré. Si me juras lealtad me encargaré del que seas entrenado y bien cuidado. Buscaré en lo que eres bueno y te haré el mejor. Y de conseguirlo, pasarías de robar para comer a regalar por exceso de bienes. Todo eso si eres leal a mí.—

   Vaya oferta. Era casi como si le hubiese dado un caramelo a aquel niño. —Sí. Sí lo sería.—

   —¿Seguro?— recalca seriamente aquel Rey —Porque de no serlo… De robarme, fugarte o mentirme tú… serás ejecutado, ¿entiendes eso?—

   —Sí… Lo entiendo. No lo haré, lo juro.—

   Sólo atina a sonreírle mientras apoya su mano derecha en el hombro izquierdo del chico. —Que así sea Teófilo.—

   Le mira con una leve sonrisa —Mejor llámeme Slag. Las personas me conocen más por ese nombre.—

   —Slag…, bien. Es mucho mejor que “Teófilo” a decir verdad.—

   —Cualquier cosa es mejor que “eso” como nombre.—

   —Je. Sígueme. Necesitas ser curado.— Voltea sin quitar su mano del hombro izquierdo del chico esperando se mueva, cosa que hace. —Somel, Cesio, síganme.— Dice mientras comienza a caminar con el chico, cosa que ambos soldados hacen.

   El chico fue curado y llevado al gran palacio. Y como aquel Rey le prometió, le brindó todo lo necesario para encontrar y pulirle en lo que era bueno, siendo esto… su fuerza y habilidad. Pero junto a sus habilidades… sus debilidades y vicios comenzaban a surgir con fuerza.

   En su caso... no eran las drogas ni la bebida, mas bien era el placer carnal...

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