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Reino Ciebastino
MDCCLXXVIII D.E.

   —¡Detengan a esos bastardos! ¡Malditos ladronsuelos!— le gritaba un formidable hombre a una banda de chicos pubertos que pan y frutas le robaban. Intentaba alcanzarles con un afilado machete en mano —¡Les cortaré las manos!— pero su formidable cuerpo no estaba compuesto por músculos, sino por pesadas masas de grasas que le colgaban incluso en sus tobillos. El pobre hombre no era rival

   —¡Jaja!— voltea uno de los chicos presumiendo la habilidad que tenía para huir de espaldas —¡Mejor córtate un poco de esa grasa!—

  —¡Gracias por las uvas!— decía otro mientras sus otros dos compañeros reían. Pero aquellas risas acabarían pronto. Ese día no correrían con la suerte que tantos otros días habían tenido.

   —¡!— Busca huir hacia la derecha —¡¡Soldados a la izquierda!!—

   —¿Eh?— Intenta mirar tras de él pues aún corría de espaldas, notando efectivamente varios soldados no tan lejanos iban tras ellos.

   —¡Mierda!— huye igual a la derecha.

   —¡Esperen!— se endereza y les sigue, pero para desgracia de éste chico burlón uno de los soldados consigue agarrarle de la camiseta.

   —¡Quieto!— Dice el soldado mientras sus compañeros corren a los otros dos.

   —¡No me- — aprovecha el que aún era sujetado por su camiseta para tomar las cosas que había robado en su mano izquierda, agacharse y voltearse para darle un fuerte puñetazo con su mano derecha director en sus partes bajas. —toques!— Su pobre víctima sólo atina a intentar cubrir con una mano el área golpeada causando al chico le fuera fácil zafarse e ir en dirección hacia sus amigos.

   El soldado apoya adolorido una rodilla en el suelo —Hijo de- —

   —¡¿Puta?, lo sé! Jaja— Corre en dirección hacia sus amigos, pero no tarda en percatarse fue una mala idea. Los soldados que antes seguían a sus amigos se habían dado la vuelta. —… (mieerda…) Je. Quieeren… pan?— les sonríe algo nervioso mientras toma un pedazo de pan y les ofrece.

   —...— Ante aquello, cero gracias sienten los soldados. Todos se van contra el chico, causando éste lance el pedazo de pan a la cara de uno y luego se eche a correr hacía un negocio de madera y pieles. Vaya alboroto causaba su persecución. Aprovechaba todo lo que encontraba a su alrededor para lanzarlo al suelo con la intención de atrasarles, pero las fuertes pisadas de aquellos soldados parecían ir contra todo lo que aquel chico lanzaba. El vendedor, que aún no era alcanzado por el chico, al ver el desastre decide tomar un fuerte palo para buscar golpearle en el abdomen, pero el chico que agilidad no le faltaba suelta su ya maltratado pan para buscar detener el palo con ambas manos y arrebatárselo con fuerza.

   —¡Gracias!— le grita el chico al vendedor mientras le dedica un rápido pero presumido giño de ojo acompañado de una presumida sonrisa parar de corriendo. Aquél instante le había servido para ver ya eran solo dos soldados los que le seguían. —(Je, me deshice de dos. Sólo dos más.)— Conocía el lugar, sabía había otra salida, así que va directo a ésta, pero justo cuándo iba a salir por la misma una gruesa tabla de madera va directo a su cabeza, haciéndole caer noqueado al suelo. Los dos soldados que había creído evadir sólo le habían dado la vuelta a la tienda para esperarle por aquella salida.

   —Je, estúpido mocoso…— apoya aquella tabla en el suelo.

   —Creo lo mataste— dice el que estaba a su lado mientras se acerca al niño para revisarle.

   Los otros dos no tardan en llegar. —Si que corre el niñito este- — mira al chico —Demonios. ¿Seguro no lo mataste?— ayuda en revisarle.

   —Al menos ya no corre.— aquél comentario hace rían un poco.

   —Metan a prisión a ese niño, es un maldito. Él y sus amigos se la pasan robando y molestando.— dice el vendedor de aquel puesto.

   —Usted no se preocupe. A éste no le volverá a ver.— Dice mientras sus compañeros le amarran los brazos con grilletes y le toman.


   Vaya problema el que se había buscado aquél chico tan joven. A penas 13 aparentaba y ya fama de ladrón cargaba. ¿Pero qué se podía esperar de un niño que había nacido en un ambiente tan disfuncional? Había aprendido a sobrevivir. Su padre alcohólico no le atendía y su madre con otros hombres prefería andarse.


   —(tsh… Que horrible dolor de cabeza…)— piensa mientras se va levantando de un colchón sucio y agujereado el cuál considera como su cama. —(¿dónde… dónde están todos?- aush…)— lleva una mano a su cabeza mientras comienza a caminar por la pequeña vivienda abandonada intentando no pisar los otros dos colchones de estaban por el suelo —(que extraño… Bueno, quizás se fueron a sus casas. Que malditos je. Debería hacer lo mismo)— comienza a caminar con la intención de salir de allí, y mientras lo hace el dolor de su cabeza se intensificaba cada vez más, por lo que se va deteniendo y quita su mano para mirarla. —¿?...— queda aturdido al notar un espeso líquido negro, y ya cuándo mira hacia el frente nota estaba en su casa, justo en el pasillo que daba a la habitación de su padre el cuál notaba estaba acostado hacía un lado, dándole la espalda al chico. —(Oh, ya llegó.)— Nota como de su bolsillo trasero sobresalía su billetera. —(Bingo…)— se va acercando a su padre confiado del que ante su ebriedad ni se despertara. —(Sólo espero no lo haya gastado todo en la cantina)— estira su mano a aquella billetera pero siente como mientras más intenta acercarla más lejos comienza a parecer su padre.

   —hey— dice una voz lejana. —pss. Despierta.— unos lejanos chasquidos se escuchan —Niño.— seguido a esto un frío chorro de agua cae con fuerza sobre su rostro.

   —Tsh- — tose ante el agua que había alcanzado a entrar por su nariz para luego notar estaba sentado en un carretón con piso de madera y paredes en maya de hierro, pero vaya que su dolor de cabeza se intensifica al buscar levantar su mirada. —Gh…— busca llevar una mano a esa área, pero nota sus manos estaban esposadas y bien atadas en la maya de hierro, colgando con poco más arriba de su cabeza. Ya le es más que evidente lo que había visto antes no era más que un sueño.

   —Hasta que despiertas.— Sonríe mientras deja a un lado el balde de madera con el qué le habría lanzado el agua.

   —mh…— intenta acomodarse mejor mientras mueve sus manos con la intención de zafarse.

   —Ya sácalo.— Dice otro. —Aprenderás qué le pasa a los ladrones cómo tú, niño.—

   Un tercero sube y busca soltarle de la maya para luego levantarlo a la fuerza, cosa que causa el chico busque resistirse sin mucho éxito. —Iras a prisión mocoso. ¿Sabes allá violan, no?— los otros sólo ríen, pero ésta risa acaba cuando el chico le dedica una jugosa mordida al brazo del soldado que le sujetaba. —Ahj!— Eso causa el chico se le zafe y se eche a correr.

   —¡Maldición Cesio! ¡Ve por él!— Dice el soldado que había ordenado sacaran al chico. Cesio no tarda en obedecer notablemente molesto por haber sido mordido.

   —Ahj. Le ayudo.— Dice el que había despertado al niño para luego correr tras éste.

   —(¡Debo salir de aquí!)— estaba esposado, mojado, adolorido y desorientado, no sabía cómo salir de aquél lugar. Corría sin rumbo huyendo de todo soldado que veía cerca, pues sí, en aquél lugar habían más soldados y al ellos verle así les era más que evidente era un reo que buscaba huir. —(¡Primero muerto a terminar en prisión!)—

   —¡Detente o te irá peor niño!— le grita el soldado Cesio causando el chico hasta corriera más rápido, pero al menos hace los guardias que estaban más adelante se percaten del chico causando le bloqueen el camino.


   El chico ante la desesperación busca irse a su izquierda sobre unos matorrales que casi eran más altos que él. No le importa, ante la adrenalina los sube y atraviesa a la fuerza con todo y las esposas. Aquello casi causa lo agarren pero antes logra dar un salto al otro lado que le hace rodar por una leve cuestita la cuál terminaba con una zanja sucia con algo de barro.


   —¡Ese maldito niño es una araña!— dice uno de los soldados al no poder agarrarle.

   El chico ni le escucha. Se busca poner de pie lo más rápido que puede ignorando la suciedad que ahora tenía encima. Sube el otro lado de la zanja llegando así a un camino marcado con bloques el cuál pasaba por en medio de un edificio. Duda si pasar por allí. —(Rayos! Podrían haber más-)— Mira hacia atrás notando los soldado ya le estaban dando la vuelta a los matorrales, así que ya deja de pensar y se avienta al riesgo, comenzando a correr por aquél camino.


--Unos minutos atras--


   En uno de los salones de aquel edificio se estaba dando una importante reunión, la cuál gracias a las personas tan importantes que estaban presentes contaba con soldados de gran nivel como escolta. Habiendo cinco dentro de la sala y dos fuera. Causando así éstos dos escucharan el alboroto.


   —¿?— mira a su compañero.

   Igual le mira —¿?... Permanece aquí. Yo revisaré— dice mientras desenvaina su espada y se acerca al pasillo principal. Al asomarse ve como a lo lejos un chico todo sucio y esposado miraba hacia atrás y justo cuándo éste decide voltear hacia el frente para correr el soldado de alto nivel se oculta. Sabía el chico se acercaría a él, así que cierra sus ojos y al sentir está muy cercano a él sale, llevando su espada cerca al cuello del chico.

   —¡!— Sus reflejos responden a tiempo, y en vez de detenerse levanta sus manos esposadas haciendo la espada choque contra los gruesos eslabones de ésta y busque seguir corriendo.

   Para desgracia del chico, éste soldado era ágil igual, por lo que busca deslizar su espada por aquellos eslabones y una vez llega al final la espada termina igual deslizando su filo por el costado del chico, haciéndole caer ante el dolor y la necesidad de buscar igual esquivar eso. —Tsh!— Aún así busca pararse con rapidez, pero el soldado se le adelanta posando su espada en el cuello del chico y haciéndolo retroceder hasta una de las paredes. El chico, que no se daba por vencido, vuelve a usar sus esposas cómo escudo y busca apartar la espada con los eslabones, cosa que enfada al soldado y le hace tomar su espada de forma recta y clavarla contra el hombro derecho del chico, haciéndole gritar y quejarse ante el dolor. —Ahh!- Tshh!— presiona con fuerza sus ojos mientras ya deja de resistirse. Ante todo esto los demás guardias logran alcanzarle, pero ni cómo intervenir ante un soldado de tan alto nivel.

   —¿Qué sucede aquí?— dice una imponente voz la cuál causa todos los soldados expectantes volteen a mirar, y acto seguido muy sorprendidos busquen inclinarse. Aquello causa note al chico y el chico igual note al hombre…

   —¡! (Es… el rey. … Ahora sí estoy muerto.)—

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